Sólo te queda cerrar los ojos y nadar en ti. Recorrerte y sentirte, con tu calma y bravura, escuchar tus tormentas y oler tus campos de flores.
Dejar que el matico crezca silvestre en tus pies, atenta al tiempo y los atardeceres, tarde o temprano, la lluvia cesa.
Reconoce en tu rio, aguas negras de vertiente, dulce y fresca.