Una verborrea invade mi conciencia de un tiempo a esta parte, unas ganas de esas que te enloquecen están causando mi inagotable hablar. No tengo nada importante que decirte sólo necesito que tu oído se conecte en una maravillosa sincronía con tu cerebro y entiendan todos los sonidos que mi boca y lengua están vomitando.
Te hablo del clima y de la relatividad del tiempo, te digo lo que quiero hacer en unos treinta años hacia el futuro, mientras te comento que me hubiese gustado haber nacido en la edad media. Te comento como era de niña y cuantas veces me caí de los árboles, te explico las teorías de la luz y el sonido y porque las personas son cortas de vista. Te cuento que me gustaría tener una banda y recorrer el mundo al lado de un perro negro con amarillo. Ideo un mundo donde seria hermoso vivir mientras degollo a todos los lideres que han hecho de mi tierra un verdadero fracaso y de cómo nos han hecho callar impidiéndonos participar en sus juegos malévolos y secretos.
Continúo por horas, te hablo y me escuchas, no me dices nada y por un instante me asalta la duda, me estarás analizando cuidadosamente a tal punto de no emitir ni un tipo de sonido o simplemente asientes de una forma negligente, creando falsas esperanzas en mí. De todas formas eso ya no me interesa solamente quiero que una persona que no sea como yo escuche sin preguntas y sin juzgarme. Debo aprovechar el momento, puede que nunca más vuelva a decir una sola palabra, mañana a las siete y media me amputan la lengua por un terrible cáncer. Es ahora o nunca.